Padres hay más de uno

Hay veces que te encuentras en situaciones totalmente imprevistas y en las que cuando uno se levanta por la mañana y frente al espejo hace un repaso mental de lo que le espera en el día, no cuenta con ellas.

A veces son situaciones que pueden llegar a amargarte el día, pero otras veces te llevan a vivir experiencias, que merecen ser recordadas.

Y en menos de un pestañeo, me ví ayer a las 11 de la mañana metido en un autobús con dirección a Marbella, con un grupo de jugadoras que se disponían a afrontar un partido ante un rival que de antemano ya se sabía iba a ser insuperable.

Esa expedición estaba encabezada por 8 jugadoras del equipo junior de baloncesto, solo 8, es cierto que las lesiones las han lastrado, sin embargo, la experiencia nos dice que a medida que pasan los años, los chicos y chicas van dispersando sus intereses y a menudo tanto el baloncesto como el futbol en el colegio, pasa a segundo plano, y las que permanecen hasta el final son las enfermas del basket. Me alegré muchísimo de viajar con ellas…..al principio me vino a la cabeza que “vaya marrón”, pero después pensé que en este grupo, estaba Chío, Cristina, Pili, Ana, Montse……las que forman el equipo mas asuncionista de los últimos años, la última bandera y generación que ha coqueteado y coquetea con finalsfour y con sectores, y que para mi, sin olvidar  a Vico y Ele, que no estaban por lesión, son el grupo gracias al cual me enganché y me enamoré del baloncesto femenino y por ende de la Asunción; y tener con ellas, esta especie de despedida, sentado en un banquillo y disfrutando un viaje….casi que su último viaje por basket después de tantos años dedicados a esto….es un regalo que el destino ha tenido conmigo.

Sin embargo, me sorprendió mucho mas otra cuestión. La experiencia me dice, que la asistencia de los padres a entrenamientos o partidos de sus hijos, se podría representar con una gráfica que parecería el pico del Everest, teniendo la cumbre cuando el niño o niño tiene 5 años y llegando al valle cuando ese niño ya es un chaval o una muchacha de 16.

A veces, no es culpa de esos padres, ya que esos muchachos son a veces ingratos con ellos, y las hormonas les hacen “medio avergonzarse” de que su madre o padre este en la grada animando o emocionándose al igual que cuando ellos tenias 5 años y cuando metían un gol o una canasta lo primero que hacían era mirar a ver donde estaba papa o mama; y a día de hoy, lo último que quieren es verlos allí sentados.

Pues mi sorpresa fue cuando, al montar en el bus, observo como dos padres, se unen a la expedición de domingo a Marbella a las 10 de la mañana……… para ver como sus niñas disputaban un partido que estaba mas que perdido debido a que el rival era como se dice normalmente “una maquina” ….. ni el día, ni el rival, ni la hora, ni el desplazamiento, y por supuesto ni la edad de las jugadoras, pudieron con la ilusión de viajar hasta el partido y animar y emocionarse con las chicas que también hay que decirlo….hicieron un partidazo que es la mejor recompensa para los que allí estuvimos.

El viaje fue un placer, y la compañía inestimable y agradable de estos dos padres lo hicieron de lo más interesante; y el marrón no fue sino que un regalo para el que aquí escribe.

Es una alegría ver a los padres y las madres colaborar y asistir a los partidos, que llenen las gradas sea cual sea la edad del equipo y que no se olviden que es una edad y unos acontecimientos que el tiempo no los devuelve cuando han pasado, y si no se viven, no se pueden guardar en el baúl de la memoria, que al final, es lo único que nos acompañará en nuestro viaje.

Jose Cabra.

Publicado el 7 marzo de 2013.