La última sonrisa

Fue una buena persona la que me dió mi primer trabajo, fue Jesús Hinojosa, aquél que apostó por mi, que me dijo que yo valía, que me dio confianza y que me hizo sentir importante…..a esas personas uno nunca las olvida.

Llegué a mi trabajo el primer día, muy asustado pero seguro de mi mismo me dispuse a traspasar la puerta del pabellón, y allí me encontré a un grupo de chicos, que deambulaban pegando balonazos a diestro y siniestro…ellos no se percataron de mi presencia, por ello eché manos de silbato y con fuerza silbé para llamar su atención….”Pfff…¿Quién es este?” pensó Juanito, como me confesó al cabo de los años.

Yo estaba deseando ponerme a trabajar y poner en marcha todas las ideas que estaban en mi cabeza, ellos eran un grupo que llevaban toda la vida jugando y que año tras año terminaban decepcionados con sus resultados, sin embargo, cuando llegaba Septiembre ahí estaban todos de nuevo, como un equipo… Como ayer, rotos pero unidos, esperando que llegara el día en el que alguien les diera lo que necesitaban… Alguien que apostara por ellos, que les dijera que valían, que les diera confianza, que les hiciera sentir importantes… Por ello, nunca nos olvidaremos unos de los otros.

Ese día, tanto ellos como yo nos dimos cuenta de que era el principio de algo importante, algo que nos llevaría a ser campeones y que nos llevaría a cruzar España, hasta Madrid, y allí el destino nos hizo vivir una noche en un salón de actos vacío, a las 11 de la noche, en el que después de haber hecho daño a mi capitán esa tarde, algo que nunca me perdonaré Pepe, vivimos una comunión tan única e inolvidable, que ha hecho que jamás me sienta tan especial como allí y con ellos, o como al día siguiente en la final, donde en una jugada, un rival tuvo el error de ir a por uno de los nuestros, en aquel momento salieron como una manada y aquello acabó en una tangana monumental.

En ese momento aquello lo ví como algo inconcebible, y cuando los reuní en una esquina, les recriminé y les reproche de manera dura su actitud, pero entonces, Pablo tomó la palabra y dijo “Mira José, han tocado a Javi, y estos son mis hermanos, y si tocan a mi hermano me da igual todo”, me dejó sin palabras, como lo hicistes ayer Pablo “Gracias, nunca te dije lo importante que fuiste para nosotros” es lo mas bonito que nunca nadie me ha dicho, pero es que vosotros habéis marcado mi vida. Soy como sois, soy lo que fuimos y soy vosotros desde ese día en el que entré a mi trabajo, y salí a mi vida.

Seguro que os acordáis, estabais todos pegando pelotazos, pero Nacho estaba en la grada, se estaba recuperando de una lesión y no podía entrenar, sin embargo acudió al primer día; acudió a ver quien era ese entrenador nuevo que nadie conocía, y no solo acudió ese día, se pasó viniendo a los entrenamientos todos los días escayolado, durante dos meses, solamente para sentarse en la grada y ver como entrenaba su equipo, no faltó ni un día a la cita, y con la confianza de quien me conocía de siempre, se ponía a mi lado a decirme los secretos que yo todavía tenía por descubrir…..”Ferdi es un vago y no defiende nunca”; “Juanito ha sido siempre malísimo”, “Como Vieri se cabree…”; “Gonzalo es un chupón”….

Solamente decirte que estar a la altura de la vida es muy difícil, y has conseguido que sea la vida la que no ha estado a tu altura. Dabas motivos para creer, acuérdate 3-1 perdíamos en el Liceo en el descanso, salístes al campo y 2 goles y 2 asistencias y campeones. Lo siento, pero para ti siempre tendré mi última sonrisa.

A mi equipo:

“Pasan los años, pasan los jugadores, pero lo que no pasa…”

Jose Cabra.

Publicado el 19 enero de 2014.