Un año más, concluye la copa Asunción y damos paso a una nueva temporada. El sábado fue un día pleno de deporte, familias y experiencias que me hacen reflexionar sobre el día a día de cada uno de nosotros, del colegio y de todo aquello que nos espera de aquí en adelante.
Personalmente es un momento de extrema tensión durante toda la semana previa al torneo, unido a todo el proceso de inscripción del mes de Septiembre, el comienzo de los entrenamientos, el inicio de las clases por las tardes, los nuevos entrenadores, las nuevas competiciones…mucho y todo al final es bueno. Y este año ha sido, como todos, diferente a los demás. Quiero compartir mi sensación durante toda la semana previa. Ese lunes anterior, recibí con suma tristeza la noticia de que una persona “conocida” había fallecido. Unida a la tristeza de la noticia, la historia personal de aquellos que formaban partes de sus seres queridos pero yo no formaba parte de ese grupo. Muchas mañanas, le veía en la puerta de su negocio camino del colegio, y más tarde nos volvimos a ver en lugares como la Rosaleda, el Carpena, el desayuno en los Roper, la Copa Davis…y sin conocernos, pasamos a darnos los buenos días ya que sin habernos contado nada el uno del otro, compartíamos muchos gustos.
¿Se puede sentir algo sin haberlo vivido? Yo lo he sentido muchísimo, y me ha llevado a una tristeza y a un impacto durante días, que me ha hecho repensar una vez más que todo lo que tenemos, la suerte de vivir, es imprescindible valorarla a cada segundo y disfrutarlos como nunca.
Y llegó el sábado. Como un mercancías que te atropella por mucho que estés pendiente de que nada se escape. Del sábado, me llevo un pensamiento relacionado a lo anterior explicado.
Creo que lo que hace la ADA en el colegio no es otra cosa que preservar el espíritu que ha hecho al colegio la Asunción tan especial para tantas y tantas personas durante toda sus vidas. A algunos, este colegio nunca nos deja irnos, aunque hayamos sido los últimos en llegar. El deporte en nuestro colegio, hace que permanezca inalterable todo aquello que un día, hace muchos años, décadas, fue convirtiendo en especial este lugar.
¿ Se puede sentir algo sin haberlo vivido?
Eran como las 5 de la tarde de un día agotador, y el cansancio ya estaba asomando. Sol, y muchos grados, además de retrasos, y de pronto, partidos por empezar y árbitros que no aparecen. Me toca arbitrar… sin problema, se hace lo que se puede, eso sí, siempre dándolo todo y con la mejor actitud posible. Y aunque mi pensamiento al iniciar el partido fue de “Vamos, que acabe rapidito”, de pronto ocurre una de esas cosas que te hace abrir bien los ojos y los sentidos. Una jugadora distinta, reconozco que aunque coordine ADA, no siempre tengo tiempo para ver a todos los jugadores que forman los equipos, y sucedió que un “marrón” se convirtió en una oportunidad de ver algo distinto en primera fila porque cuando la vi coger la pelota y moverse… algo me hizo trasladarme.
Tercera generación en el colegio, y su abuela, que es uno de mis referentes en cuanto a cómo hay que ir por la vida, y a la que además esa mañana le pude dar un abrazo, y espero que sean muchos años mas, fue una de las que hizo posible que todos pudiéramos estar un día como el sábado allí. Ella, lleva sentada en esas gradas mas años que nadie, y conoce desde dentro lo que tenemos mucho la suerte de vivir desde fuera. Cuando vi a la nieta el sábado, y a su madre orgullosa en la banda, solo pude imaginarme a esa abuela, hacer lo mismo en los comienzos de la actual ADA, remando a diario para que esto hoy, podamos disfrutarlo unos cuantos, recoger ese legado que con tanto cariño crearon y pelear contra quien hiciera falta, para que hoy, esos botes, que Martita da, los dé sobre los que Marta dio en su momento, pisando las mismas pistas, siguiendo el mismo camino que nos lleva a muchos, a la felicidad y de eso es de lo que ADA se encarga, de preservar que lo mismo de siempre sea, eso mismo, como siempre ha sido.
Yo aquello no lo vi
y lo otro no lo viví
Pero lo sentí
y lo recordaré
porque ya forma parte de mi
para siempre y nunca lo olvidaré.