“No hay viento favorable para el que no sabe dónde va”, (Séneca).

“No hay viento favorable para el que no sabe dónde va”, (Séneca).

Me gustaría mandar un mensaje a mis equipos. Un mensaje que sirva como recordatorio a los más veteranos, en cuanto a estar conmigo se refiere, y como aprendizaje a los más novatos. A veces, a todos nos pasa, olvidamos el motivo por el que estamos aquí. Olvidamos el fin de todo esto, los objetivos individuales y colectivos que nos hemos propuesto. Y terminamos por actuar de forma ciega, algo que no es para nada favorable en esta larga trayectoria de aprendizaje y diversión.

Ganar no es el objetivo, es una herramienta para poder seguir trabajando. Obviamente hay que aprender a competir, aprender a querer ganar. Pero jamás tener OBLIGACIÓN de hacerlo, ni ANSIEDAD por lograrlo. Y menos si perdemos el norte, dejando de jugar como entrenamos o haciendo cosas diferentes a esto. O peor aún, menospreciando un partido o un rival, por creer que en cualquier momento y utilizando algo que ya nos ha dado resultado, conseguiremos la victoria. (Ya sabéis que yo soy un poco raro y hay veces que quiero que juguemos el partido haciendo algo concreto aunque sea menos efectivo en ese momento. Porque en todo momento estamos aprendiendo, y el partido es un momento de aprendizaje como otro cualquiera).

Ahora mismo, algunos de mis jugadores cuando lean esta parte se acordarán, pienso en la final FERE mini del pasado año. Final en la que nos enfrentábamos a un gran equipo, al que habíamos ganado anteriormente por marcadores muy ajustados. Recuerdo el mensaje que intenté transmitir a mis jugadores, les dije: “Venimos aquí no sólo a ganar el partido, venimos a definir una identidad y un estilo de juego determinado”. No nos  bastaba con ganar, ni siquiera era el principal objetivo. Había que jugar y competir el partido con nuestras armas, nuestras diferentes defensas trabajadas durante el año y nuestro estilo de ataque rápido, generoso y de confianza (en el que si se falla, se defiende y no pasa nada). Y lo logramos, perdimos la final pero jugamos como teníamos que jugar. A todos nos molestó perderla, pero un año después lo seguimos recordando y las sensaciones son  positivas.

Para mí ese es el camino, esas son mis ideas. El aprendizaje, el trabajo en equipo, la constancia, la búsqueda de un objetivo y un estilo concreto. Esas son las claves para terminar siendo un buen equipo de baloncesto y a su vez, un buen jugador de manera individual. Cosas que a su vez nos harán disfrutar muchísimo más de todo este proceso. Ya que todos y repito, absolutamente todos los equipos pierden y ganan (es lo bonito del deporte, es un JUEGO). Los Warrios perdieron recientemente con los Lakers en lo que era el duelo del mejor contra el peor teóricamente. El Madrid actual perdió unas cuantas finales de euroliga antes de conseguirla… Ejemplos hay miles, derrotas y victorias también. Pero la manera de jugar, el estilo de estos equipos, es constante pierdan o ganen. Y por eso nos gustan tanto, y los recordamos con cariño y admiración durante mucho tiempo después.

Cuando un equipo consigue eso, el viento empieza a soplarle a favor. Los resultados llegan y lo que es más importante, los recuerdos permanecen para siempre en las cabezas de los que participaron (jugadores, entrenadores, familiares y aficionados). Vamos a pensar en grande, a actuar como grandes y vamos a APRENDER como grandes.

Publicado el 11 marzo de 2016.