Es el momento perfecto para recordar a la generación dorada del baloncesto femenino de Asunción. La que ha traspasado la barrera de la Historia y ha quedado grabada para siempre como gloriosa.
La generación del 77-78-79, que desde infantiles fue asidua a ser campeona de Málaga, y que, tras participar en infantiles en el andaluz, ya en cadetes tocaron la plata y en Juniors se colgaron el ORO
Arriba tenemos a María Jose Sanchez, Paloma Herranz, Ana Romero, Begoña Jimenez, Tania, Almudena Fernandez, Isabel Martínez, Marta Rueda.
Agachadas a María Molina, Yola, Encarnita, Belen Fernandez, y Gustavo Crespo.
En esa final histórica del año 1995, vencieron a Efrisal Cádiz, haciendo frente a jugadoras de mucha más envergadura, y con un nivel defensivo altísimo, y corriendo como gacelas el contraataque
Queremos recordar a algunas de esas jugadoras que después han seguido dando continuidad a la historia asuncionista. Como el caso de María Molina, una auténtica jugadora de clase con el balón, que se fajaba duro en defensa.
Emociona al ver ahora a estas campeonas convertidas en madres de jugadoras actuales vistiendo el mismo escudo pero no el mismo burdeos, ya que se implantó con posterioridad.
Marta Rueda, madre de Maria Marcos del mini, que según cuentan, nadie quería defenderla ni en los entrenamientos de la intensidad que ponía en cada jugada.
O Ana Romero, la mamá de los Ibáñez, que la defensa con ella en la pista era superdefensa según las crónicas del momento.
Que decir de Bego Jiménez, mamá de Julia y Pablo Espinosa, que no había partido donde taladrara al rival con su zurda desde fuera, o con su descaro al irse al aro rival.
Pero lo que más impresionaba era ver en la pista a la pareja Belen Fernandez – Encarnita Segovia. La primera, jugadora de primera, y selección andaluza, y la segunda, capitana, cerebro del equipo, magia en sus manos…que decir de nuestra Encarnita…fue, es y será siempre lo más brillante de nuestra historia.
En ese mismo año 1995, Asunción fue campeón de Andalucía Junior e Infantil. Un logro difícil de igualar, que nos hace tener un orgullo tremendo por nuestro pasado.